jueves, mayo 01, 2014

Que sepáis todos...

Que sepáis todos que este año hubo una mujer. Una mujer y un amor. Que la conocía antes de conocerla y que siempre supo que en algún momento tendríamos algo juntos. Que tuvimos mes y medio para imaginar nuestro encuentro. Que en ese tiempo ya me tenía completamente enamorado. Que la hubiera besado nada más verla. Que aquella primera noche fue mágica, infinitamente más bella de lo que habíamos soñado. Que después de amarnos por primera vez nos quedamos mirándonos sin decirnos absolutamente nada durante unos instantes. Sólo mirándonos y sonriéndonos. Que después de aquel primer fin de semana quise quedarme junto a ella para toda la vida. Que me encontré a una persona poco valorada. Que días después le dije que la quería de un modo que ninguno de los dos olvidaremos. Que ella me lo dijo días antes. Que la primera película que vimos juntos en su casa fue 'El diario de Noa'. Que al más puro estilo del protagonista, puedo contar que durante más de un año se despertó cada día con el mail que yo le escribía. Que el entusiasmo que le pongo a todo en la vida lo puse en esta ocasión íntegramente a la hora de amar. Que jamás me vio con una mala cara ni con un mal gesto. Jamás. Que fuimos creando algo juntos donde reinaban la paz, la sencillez y la calma. Que ni una sola vez faltó a nuestras citas en Chamartín. Ni a mis llegadas ni a mis partidas. Que todo lo hacía especial, hasta lo más insignificante que pudiera parecer. Que no encontré generosidad parecida. Que en mi cumpleaños deseó ser la primera en felicitarme. Que en el suyo recibió un regalo cada hora siendo el más bello el último. Que me he sentido el hombre más dichoso del mundo. Que sin ser mi esposa ha sido mi mujer, en todos los sentidos y con mayúsculas. Que mis ojos brillaban más que los suyos. Que tuvo la paciencia para aceptar mis limitaciones. Que pudimos disfrutar más. Que llegamos a soñar que envejeceríamos juntos. Que a mi lado ha aprendido y que al suyo yo aprendí. Mucho. Que dio cuanto pudo. Que lo intentamos. Que hemos reído y llorado, aunque no a partes iguales. Que hicimos del compartir nuestra filosofía de vida. Que caminé orgulloso de su mano. Que por momentos fuimos una familia los tres. Que todas las cosas bonitas que observé, viví, sentí, leí y escuché en este tiempo quise compartirlas con ella. Que no hay referencia a Madrid que yo no asocie a nuestro amor. Que no supe hacerlo mejor. Que en varias ocasiones lloramos juntos de felicidad, de absoluta felicidad. Que todo esto ha sido un regalo. Que tal y como ha sido, ha sido maravilloso. Que soy un privilegiado. Que pudo mentirme y nunca lo hizo. Que en todo momento hizo gala de una honestidad digna de mención. Que no encenderé las velas que compramos juntos para mi casa. Que nunca vi manera más bella de pronunciar las 'ch'. Que volvería ahora mismo a aquella primera noche y a vivirlo todo de nuevo. Que la admiro. Que me fascinaba cómo era la vida a su lado y que disfruté como no podéis imaginar cada segundo de este viaje. Que ahora comienza otro que hubiera preferido no comenzar...

(Si la veis, a la más bella de Madrid, que alguien la bese por mi...)